Muerte e Incógnitas ¿Quién se complica?



¿Puedes imaginar un mundo sin mi? Muchos lo han pensado, pero no sobre el mundo, más bien sobre ellos. Se han imaginado siendo gobernantes eternos de sus tierras, siendo monarcas inmortales de sus reinos. Han hecho monumentos para si mismos, solo para que nadie los olvide con el tiempo. Otros han hecho canciones, obras de artes, esculturas, descubrimientos. Han luchado por dejar su nombre en la historia y que no se lo lleve el viento. Pero al final, todos sucumben a mi. Digamos que es el curso natural de las cosas.

-Mmmm... Suena bien, pero falta algo, algo que no encuentro.- Pensaba la Muerte al momento que terminaba de leer el borrador de su novela "Siguiéndole la pista a la vida". Porque sin darse cuenta, la Muerte también quería dejar su huella en el mundo... Por lo menos desde un punto de vista más artístico.

Había visto y recogido a tantos de estos hombres que se negaban en creer en el final de su existencia. Muchos gritaban - ¡Pero no he terminado! - o - ¡Mi pueblo me necesita! - Pero yo los veo celebrando, replicaba la muerte.

Y ahora, él se encontraba en ese punto, él se encontraba con esa angustia. Dejo lápiz y papel sobre el escritorio y decidió salir a dar un paseo por la extensa negrura del universo.

No es que tuviera un lugar fijo donde vivir (Digamos mejor, descansar). El universo era su hogar y allí donde quisiera podía materializar lo que quisiera.

- ¿Y cuándo ya no este me recordarán? Bueno en realidad yo soy el último en irme. Pero solo hablan de mi trabajo, no me conocen realmente. Tengo que mostrarles que no soy solo muerte, tengo que dejar un legado para la humanidad, uno diferente a solo muerte. - En ese momento un cometa atravesó, dejando una estela de polvo espacial sobre su traje. Le daba un toque, estrellado.

- ¿Por qué la humanidad complica tanto la existencia? - Murmuraba la muerte, al tiempo que pasaba su índice y pulgar sobre su barbilla en forma pensativa. - !Pero qué carajo! Yo estoy haciendo lo mismo. - BINGO.

Con su recién descubrimiento, la Muerte decidió descender a la tierra para... la verdad ni el lo sabía, había sido más un impulso que otra cosa.


Tania Sophia, una joven campesina, estaba recolectado frutos silvestres igual que todas las mañanas. Caminaba por el sendero cercano al río, mientras cantaba y recolectaba, siempre pasando su mano por la superficie de los arbustos, para no perder el camino.

- Yo soy la muerte, yo soy la muerte, la muerte soy (Tan, tan-tan). -
- Yo creo que no - Respondió una voz cercana a ella.
- ¿Quién eres? -
- Mmmm, digamos que estaba de paso. - Realmente la Muerte había descendido por pura casualidad y un impulso muy fuerte desde lo más profundo de sus huesos a esa zona de la tierra. - ¿No sientes miedo? -
- Tú voz no me trasmite temor ¿Por qué sentiría miedo?

Para los que no han entendido, Tania es ciega. Perdió la vista de pequeña, pero esa es otra historia.

La Muerte quedo intrigada ante esa respuesta ¿Su voz no le trasmitía temor? Pero si todos sentían miedo a penas con verlo. La observo de arriba a bajo y pudo ver que traía un bastón colgando del ante-brazo izquierdo. A, eso era, reflexiono la Muerte. Por otro lado, a Tania el silencio se le hizo eterno.

- ¿Hola?
- Si, disculpa - Respondió la Muerte con un tono parecido a vergüenza, si es que él podía sentir tal cosa.  - ¿Cuál es tu nombre? -
- ¿Por qué te lo daría? A caso me has dicho el tuyo, por cierto ¿Qué quieres decir con "Yo creo que no"?
- Que no te vez muy esquelética para ser la Muerte.
- Ja Ja Ja - Reía Tania sin parar ante aquel comentario, mientras se doblaba y tomaba con su mano libre su barriga - Que ocurrente, es una canción. -

La Muerte le comento que no la había escuchado antes y que no sabía bailar salsa. Ante esto, Tania no tuvo más remedio que se enseñarle, no era posible que alguien estuviera por el caribe sin saber como bailar, y mucho menos sin saber como bailar salsa, era su deber con aquel extraño hombre. Así que dejo su cesta y bastón junto a un árbol del camino (Tania contaba los pasos de sus caminatas, lo que le ayuda a formar una imagen mental de donde se encontraba) y comenzó mostrando a su atento alumno el paso básico.

- Uno, dos, tres, cinco, seis, siete, el tiempo cuatro y ocho son muertos. Los hombres comienzan con el pie derecho y las mujeres con el pie izquierdo. - Tania hacia los pasos y la Muerte los imitaba, y solo escuchando el sonido de las pisadas, Tania corrigió a la Muerte en repetidas ocasiones. Hasta que finalmente cogió el ritmo,o algo así. Luego de un par de horas de ininterrumpida práctica, donde la Muerte aprendió giros y demás, se sentaron junto al río.

- Mi nombre es Tania Sophia, tranquilo, no me tienes que darme el tuyo.
- Gracias - Replico la muerte sin pensarlo, a lo que agrego. - ¿Por qué la humanidad complica tanto las cosas?
- Supongo que apreciamos lo que tenemos, supongo que nos damos cuenta de lo afortunados que somos solo por el hecho de despertar cada nuevo día y sentir el calor o la brisa sobre tu rostro. Lo pequeño lo hacemos grande, y lo grande, aún más grande. Y algunos tienen ese miedo de no tener el control de las cosas, de no saber a donde ir, o que es lo que quieren.
 - ¿Y por qué dejar un legado en la vida? - Pregunto nuevamente la Muerte, absorto en cada una de sus palabras.
- ¿Un legado? no se. Como dices, complicamos mucho las cosas, parece que no estamos conformes con el regalo de la vida.
- Interesante ¿Y tú estas conforme?
- Ja Ja, preguntas mucho. La verdad no tengo una respuesta para ti, pero puedo decirte que cada día doy gracias por escuchar el canto de las aves a las primeras horas del amanecer. Y que al dejar de ver, aprendí a escuchar y a sentir mejor, no solamente lo que me rodea, sino también lo que llevo dentro. Aprendí a sonreír y aceptar los cambios de la vida.

No hubo respuesta de la Muerte. El silencio reino. Tania sentía como el sol se ocultaba cada vez más, comenzaba a escuchar el canto de los grillos y como el murmullo del río tomaba fuerza por la tranquilidad del atardecer. Sin decir palabra alguna la muerte se levanto - Ya me tengo que ir - Comento, sin dejar de mirar hacía ningún lado.

- Hasta luego mi extraño amigo. Siempre que estés inquieto puedes pasar a saludarme.

La Muerte sonrío, nunca había pensado en hacer amistad. Con una leve sonrisa en el rostro, ascendió nuevamente a la negrura del universo.


 Arriba, en el inagotable espacio, algo hizo click en la Muerte, las palabras de Tania lo hicieron ver las cosas diferentes. Con lápiz y papel en mano se sentó a terminar su primera novela, ya no para el mundo, ya no importaba, ahora solo quería plasmar aquello que sentía.  
 


    

Comentarios

  1. Pensé que se la llevaría pero la recompensó por enseñarlo a bailar, jajaja.

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